Formar lectores competentes, voluntarios, críticos, autónomos

chica leyendo en libraria

Para estimular la curiosidad por el mundo de los libros, hay varias cosas que puedes hacer.

Organizar una biblioteca en el aula con variados tipos textuales permite que los chicos vaya familiarizándose con libros, a la vez que les enseña a manipularlos, valorarlos y cuidarlos.

Armar una caja de lectura con revistas, diarios, avisos publicitarios, envases vacíos, instructivos de aparatos electrodomésticos, etc. brinda la posibilidad de que los alumnos vivencien que la lectura no es exclusiva de la escuela y que hay materiales de lectura que no se circunscriben a una biblioteca.

Si hay biblioteca escolar, es aconsejable utilizar sus instalaciones con frecuencia y organizar en ella momentos de trabajo y de exploración, así como ejercitar el sistema de préstamo domiciliario de libros.

Visitar librerías, bibliotecas barriales y ferias de libros.

Llevar al aula diversos materiales de lectura para comentar, y estimular a los alumnos para que ellos también lo hagan y compartan con los compañeros sus preferencias y experiencias personales con los libros.

Conocer a un escritor también amplía el campo de la literatura; se puede organizar una entrevista a partir de la lectura de alguna de sus obras.   Para proporcionar modelos de lectura

Establecer momentos de lectura individual, compartida por alumnos y maestros, es una actividad formativa, ya que los chicos incorporan actitudes a partir de la imitación. Leer a los alumnos: el/la maestro/a es un gran modelo lector. Crear un clima de concentración favorable para los momentos de lectura silenciosa. Participar de experiencias de lectura en voz alta en la escuela y en otros ambientes. Comentar y explicitar las dificultades y los progresos ante la lectura de determinados textos.

Para colaborar en la comprensión de los textos   Antes de organizar la sesión de lectura, conviene indagar los conocimientos previos de los alumnos sobre el tema que se va a leer, y analizar el paratexto del libro (tapa y contratapa, índices, ilustraciones, títulos, etcétera). Leer distintos portadores de texto (marcas y etiquetas, envases, carteles de la calle, etc.). Potenciar la imaginación a través de la creación de comparaciones, metáforas, imágenes sensoriales y juegos sonoros con el lenguaje. Alentar la formulación de hipótesis previas a la lectura para compararlas con las que surjan posteriormente.

Ayudar a los chicos a reconocer y a interpretar indicios.

Formular preguntas que se respondan con el texto y otras que necesiten inferencias. Verificar la comprensión de frases, especialmente las que presentan mayor complejidad sintáctica, y parafrasear algunas expresiones.   Identificar los elementos característicos de los diferentes tipos textuales y géneros para comprender mejor su significado.

Para integrar oralidad, imágenes y lecturas

Fomentar la formación de receptores y recreadores de literatura oral y escrita, a través de juegos, dramatizaciones y renarraciones de cuentos.   Escuchar canciones tradicionales infantiles y poemas musicalizados. Leer cuentos tradicionales y ver las películas inspiradas en ellos. Reconstruir los escenarios y objetos que rodean a los personajes de una obra. Describir oralmente o por escrito una pintura o una fotografía. Repetir trabalenguas, buscar palabras que rimen y crear diferentes estructuras lúdicas inspiradas en la lectura de determinado texto.

Para relacionar la lectura con otras manifestaciones artísticas

Inventar nuevos finales, continuar historias, jugar a ser tal o cual personaje. Componer colectivamente un relato y editarlo. Asistir a funciones de teatro o de narración oral. Representar una obra de teatro escrita por los alumnos para otros miembros de la comunidad escolar. Realizar dibujos, pinturas y objetos tridimensionales (máscaras, maquetas, títeres, etc.) para ilustrar un determinado texto y organizar una exposición en la escuela.